Lo llevé al hotel y volví a casa, después de una hora nos fuimos al hotel, habíamos quedado con Maria, Joël y Pierre llegados desde Francia. Allí también nos encontramos con Estela que había venido desde Argentina.
Este año, la reunión iba a durar casi tres días.
El viernes cuando llegamos Rafael y yo al hotel, nos encontramos con Pepe, Abelardo y Maria. Pepe sale a mi encuentro, nos besamos. Nos da alegría. Pero no se porque, pues con Pepe hablo cada semana por teléfono, parecemos novios, je,je,je. También veo a Jaume y Carmen a José Vicente y Maribel y empiezan a llegar los amigos…… voy repartiendo los identificadores. Quedamos con Pepe y los demás que ellos se van al restaurante y yo me quedo aquí con Rafael a esperar a los demás. Van llegando y ya por fin estamos todos, pero me falta Annie Galvañ. En la recepción doy razón de donde estaremos y nos vamos. Luego Annie me conto porque no vieron, había fallecido su tío y desde entierro se habían venido directamente.
Llegamos al restaurante y levante mi cabeza buscando a Pepe y compañía y se me acerco un chico, entendí que era el maître, y me señalo la mesa de los compañeros. Muy amable. Nos repartieron en tres mesas grandes. Empezamos a pedir y nos empiezan a servir y la conversación continua y sin parar de hablar, reír, comer y sobre todo de disfrutar de la compañía.
Ya desde el primer momento lo sentí especial, no le dije a nadie lo que yo sentía, lo que pensaba. Ahora si me atrevo a contarlo.
Yo miraba a Jaume que me hablaba, a Pepe, a Maria, a André, Françoise…. A cada uno de ellos y pensaba ¿Y si se le hubiera pasado algo a alguno y no hubieran estado aquí? Recordemos que acabamos de pasar una pandemia y que todos lo hemos llevado muy mal. Doy gracias a Dios, o que quien cada uno quiera, porque volvemos a estar todos juntos.
Raíces Reino de Valencia se ha convertido, y así me lo demuestran año tras año, en una gran familia, como los tres mosqueros que decían” uno para todos y todos para uno”.
Lo pasamos genial, hacia mucho tiempo que no disfrutaba tanto. Incluso Jaume y yo nos atrevimos a hablar un poco de política y futbol. Solo un poquito, pero fue fantástico, nos demostró el cariño-respeto mutuo que nos profesamos.
Decidimos irnos al hotel para descansar un poco, pero Rafael y yo permanecimos en la cafetería con Estela, que nos iba a presentar a su familia que habían venido con ella. Los nietos vinieron a enamorarme, Pedro y “Emilita” no sabéis como son esos niños. Se me acerca una niña con dos linternas negras por ojos, con el pelo alborotado y sus rizos cayendo por la sien y me da la mano y me dice “Hola, soy Emilita”. - Me la como, que bonita es. Se une a nosotros Ana y mas tarde Jaume. Mi nueva amiga Emilita les cuenta que tiene una coleta, la muestra toda presumida, y que en el colegio ella baila. Todos nos quedamos prendado con esa niña.
A todo esto, recibo dos llamadas de Pepe, una para preguntarme por la wifi del hotel otra la contraseña de la caja fuerte. Y Rafa me mira y dice encogiéndose de hombros, ¿Quién es? Mi Pepe, le respondo yo. Ah, bueno, es Pepe. Je,je,je
Ya nos despedimos de la reunión y subimos a la habitación del hotel, para bajar enseguida para esperar al grupo para cenar. Esto es como estar en una montaña rusa, las emociones suben y bajan, entran y se escapan. Empiezan a llegar los amigos, mal llamados por mí, segundo turno. Los llamo así por estrategia, llevo los identificadores agrupados en tres turnos, según los espero para comer el viernes, cenar el viernes o ya para subir al autocar, así son los tres turnos de socios.
En este momento quisiera nombrar a todos los que estaban, a todos los que vinieron, pero mis emociones que aun las tengo a flor de piel me lo impiden. Y si, podría consultar la lista y además por los turnos, pero entonces no seria natural y yo siempre os escribo sin consultar nada, son los sentimientos de los vivido y sentido los que os hablan. Lo siento no se hacerlo de otra manera.
Entramos y no sin penurias al restaurante. Resulta que según me explica el director y la directora de recepción es una cosa, pero al llegar a recepción hay otro chico y según él las cosas funcionan de otra manera. Por fin ya estamos todos dentro y cenando. Compartimos mesas con otros amigos distintos para poder charlar de otros temas.
Después de cenar, nos vamos a la terraza del hotel para tomarnos una copichuela. Allí seguimos animadamente con la conversación, los unos con los otros y los otros con los unos.
Nadie tiene prisa por irse a dormir a pesar del cansancio acumulado en todo el día y del viaje, para algunos de muchos km.
Por fin arrancamos a descansar. Llego a la habitación y la verdad es que está muy bien, tienen una terraza grande con vistas al mar, aunque por la noche no se ve el mar, si noto la brisita. Salgo a la terraza, me siento en la tumbona y disfruto un momento del silencio. Después me ducho y me tumbo en la cama a ver un poco las noticias asombrada por evolución del volcán de la Palma. Apagamos la luz y a dormir…. Y ahí empiezan los problemas para mí. Yo siempre cuando estreno colchón me cuesta mucho tomar postura cómoda, dando vueltas y vueltas al final la encuentro, pero cuando casi la encuentro, llegan los mosquitos, estaba tan feliz que no cerré la puerta del balcón y por ahí entraron todos los mosquitos en manada y todos a por mí. Después de dormir poco más de dos horas bajamos a desayunar, a guardar las cosas en el coche y a esperar a los amigos. El “tercer turno”, yo voy repartiendo las identificaciones, me escribe Elena y me dice que ya sale de casa, llega Juanjo del cual no me acuerdo de su cara, lo conocí hace años, la primera vez que presenté la propuesta de fotodigitalización en el Obispado de Segorbe, me gusto ese reencuentro. Mi amiga Stella que venía en bus a pasar con nosotros ese día, no llegaba, su conductor iba sin prisas y ella se agobiaba, me decía que se paraba en todos los semáforos, que iba paseando… pero al final llegó. Ya estamos todos y nos subimos al autocar que nos llevaría al Convento de los Carmelitas descalzos.
Iniciamos el trayecto y el paisaje es precioso, una pena que haya alguna nube alta y no nos deje ver con nitidez desde arriba el pueblo de Benicasim y al fondo el mar. En la carretera nos encontramos con muchos ciclistas y yo que voy al lado del conductor me pongo nerviosa, pero la maestría del conductor me asombra. Llegamos a la explanada y nos bajamos del autocar, allí nos esperaban Javier y Antonio que habían subido con sus coches. Juntos nos dirigimos a la entrada del monasterio y esperamos que venga el hermano fraile para hacer de nuestro guía.
Llegan los dos frailes y nos hacen pasar a la Iglesia y una vez sentados nos explica la historia de los Carmelitas Descalzos y lo que veremos en las salas del museo. Pasamos en dos grupos, pues las salas no pueden albergar el grupo tan grande. El hermano carmelita me conto que en las dependencias donde antiguamente destilaban el licor carmelitano, había ahora dependencias para el retiro espiritual de grupos al igual que tenían las ermitas.
Al término de la visita podemos dar un paseo por la zona y admirar el parque natural del Desierto de las Palmas. Me llama Andrés, el conductor, ya ha llegado. Así que aviso a los amigos.
Iniciamos el viaje de vuelta, en esta ocasión no vemos tantos ciclistas. Volvemos por otro sitio y pasamos por el paseo marítimo de Benicasim y el Grau de Castellón. Ahora si podemos ver el mar.
Llegamos al Grau y nos vamos a tomar una cervecita en algunas de las terrazas. Ahí hay un problema, en uno nos dicen que las mesas son de 6 personas y ya no hay más sitio. Y en Fernando´s, donde habíamos comido el día anterior los camareros les dicen que no hay mesas para tomar una cervecita. Que son para comer y no se pueden usar para los aperitivos.
Llego, veo al encargado y me saluda al reconocerme y le pregunto. -
Para tomar una cerveza?????
Por supuesto, al final en aquella mesa.
Pero es solo para 4 personas y somos 12 en total….
No hay problema, ahora os ponen mesas y sillas.
Genial por Fernando´s. Gracias
Ya me han preguntado que el año que viene donde lo haremos y en broma sale Paris, todos están de acuerdo, todos quieren, pero yo tengo una gata y no puedo dejarla sola tantos días. Digo que cuando mi gata ya no este, iremos a Paris. Se lo debemos a los amigos, este año han venido 13 franceses.
Habíamos quedado a las 14.15h con los demás en el restaurante del Club Náutico y allí nos dirigimos. Nos hicimos la foto de grupo, nuestro fotógrafo, Javier, es fantástico. Lleva todo tipo de artilugios para la fotografía y que nos deja con la boca abierta. |