Mi debut como genealogista.- de Alex González

Llevo muchos años en el mundillo de la genealogía, desde los veinte y pocos. Recuerdo el primer árbol genealógico que hicimos mi hermano y yo. Era un árbol de los descendientes de mis bisabuelos Pedro Esquerdo y Matilde Rodoreda, un árbol muy sencillo e incompleto (no sabía entonces que mis bisabuelos maternos habían tenido 10 hijos).

Mi abuela Magdalena era en aquella época mi principal fuente de información, la principal y la única. Por desgracia no conocí a mi abuelo materno, murió en enero del 36. A mis abuelos paternos si que llegué a conocerlos, pero murieron cuando yo era niño (ironías del destino, mi abuelo que era de Barcelona, está enterrado en Villajoyosa, mi abuela, que era vilera, en Barcelona, en el cementerio de las Corts). Hablando de mi abuelo, a veces pienso lo contento que hubiera estado de ver que su nieto Alex le gustaba la genealogía; hubiéramos hecho buenas migas.

Por mi abuela Magdalena supe que venía de familia de marinos: mi tatarabuelo Esteban Ximénez, natural de Villajoyosa, fue alférez de fragata de la marina mercante y su hijo, mi bisabuelo Jaime Giménez, capitán de primera clase. Otro tatarabuelo mío, José Pineda, natural de Alicante, fue marino y naviero y un reconocido pintor de marinas; en el Museo Marítimo de Barcelona hay una sala dedicada a él.

Mi abuela no solo me contaba cosas su familia. También me hablaba de la familia Esquerdo, en especial de mis bisabuelos, el Dr. Pedro Esquerdo, del que se contaban muchas anécdotas, y Matilde Rodoreda, que presumía de haber bailado con el mismísimo rey Alfonso XIII en una fiesta que dio en la capital catalana el Marqués de Robert.

Estas historias familiares y una curiosidad por saber que había de cierto de aquello que en casa siempre se había comentado, que mi bisabuelo perdió los derechos de apellidarse González de Arce, ya que se tenía que pagar para seguir conservándolo, despertó en un servidor el interés por la genealogía.

No sabía por donde empezar, si por los González de Arce o por los Esquerdo. Me decidí por los primeros. Fue mi debut como genealogista, un debut que ahora me permito recordar.

Mari Carmen Iñíguez, una prima de mi padre que trabajaba de bibliotecaria en la Universidad Central de Barcelona, me recomendó que consultara la Enciclopedia de Genealogía y Heráldica Hispanoamericana de los García Carrafa, igual sonaba la flauta y tenía suerte. La suerte estuvo de mi lado. En el Madrid de los Austrias residía una linajuda familia apellidada González de Arce: El 1687 Don Carlos II concedía a Don Diego Manuel González de Arce el título de Marqués de Fuente-Hermosa y el de Vizconde de Valdesoto a Don Antonio Domingo Félix González de Arce el 1690.

¡Había dado con ellos! El problema ahora era encontrar el nexo entre aquella familia y la mía, no sería tarea fácil, pues era muy poco lo que sabía de los González, ¡si hubiera vivido mi abuelo! Yo sabía que mis tatarabuelos Pedro González y Antonia Ruiz, naturales respectivamente de Palencia y Barcelona, se habían casado en Barcelona, pero no sabía ni la fecha ni el lugar donde se celebró el casamiento.

Fui al Archivo Diocesano de Barcelona a buscar la partida de matrimonio. ¡Menudo jarro de agua fría!, mi tatarabuelo era hijo de padre incógnito. ¡Mi gozo en un pozo! Me quedaba el consuelo de saber que mi tatarabuelo era hijo de Juana Arce, natural de Astudillo (Palencia) y mi tatarabuela de Francisco Ruiz y de Bárbara Baudina, naturales de Barcelona y Tremp (Lleida) respectivamente, y que se casaron en la basílica de Santa María del Mar el 10 de abril de 1852. También apunté en mi libreta que mi tatarabuelo había sido conserje de la Academia de Bellas Artes de Barcelona.

Después de aquel fracaso, mis investigaciones se centraron en otras ramas familiares, como la de mi tatarabuela Antonia Ruiz. Gracias a una serie de documentos antiguos que guardaba mi abuelo y que descubrimos por casualidad años después de su muerte (el testamento de una tal Josefa Ruiz alias la Herrera fechado en 1744 y el de Francisco Ruiz Font de 1837 y un par de partidas de matrimonio de 1806 y 1814), supimos que los Ruiz eran originarios de Abanilla, un pueblo de Murcia del que nunca había oído hablar.

De mi tatarabuelo Pedro nunca me olvidé, siempre lo he tenido muy presente, os reireís pero tengo una cierta debilidad por él. Recuerdo el día que visité la tumba de mis tatarabuelos en el cementerio de Pueblo Nuevo, no fui solo, me acompañó una buena amiga mía. Pedro González Arce murió en Barcelona el 24 de enero de 1873 a la edad de 57 años, Antonia Ruiz Baudina unos años antes, el 27 de marzo de 1861 a los 41 años de edad. Fue el modesto y sencillo homenaje de su tataranieto Alex.

Antes de acabar, y aunque no tenga nada que ver con la genealogía, me gustaría despedirme con este poema de Neruda. La poesía es otra de mis pasiones.

Cuando yo muera quiero tus manos en mis ojos:
quiero la luz y el trigo de tus manos amadas
pasar una vez más sobre mí su frescura:
sentir la suavidad que cambió mi destino.

Quiero que vivas mientras yo, dormido, te espero,
quiero que tus oídos sigan oyendo el viento,
que huelas el aroma del mar que amamos juntos
y que sigas pisando la arena que pisamos.

Quiero que lo que amo siga vivo
y a ti te amé y canté sobre todas las cosas,
por eso sigue tú floreciendo, florida,
para que alcances todo lo que mi amor te ordena,
para que se pasee mi sombra por tu pelo,
para que así conozcan la razón de mi canto.

Alex González Esquerdo