De mi pasión por la genealogía .- de Angel

La verdad, esta pasión la descubrí hace relativamente pocos años, cerca de diez para ser concretos. No obstante, antes de llevar a cabo una realización práctica y sistemática propiamente genealógica, existió una primera labor de investigación o mejor dicho, de indagación por mi parte entre la familia y sobre todo un “enfermizo” interés por la Historia que me viene de lejos.

Como ya sabéis soy Licenciado e investigador histórico y como podéis imaginar siempre he sido un entusiasta y apasionado lector de todo aquello que rezume HISTORIA. Lo reconozco, de niño y de mayor también he sido un “tragalibros”. De niño jugaba a ser hombre prehistórico, visigodo, huno, romano, hombre medieval, caballero, bandolero y hasta vaquero o indio (según el día y muchas veces a mi pesar) porque si no lo hacía me veía jugando solo, como casi siempre, inmerso en mi mundo histórico imaginario, un mundo delirante que me encantaba pero que mis amiguitos no entendían por desconocimiento ya que ellos no leían.

Siempre, desde pequeño, he vivido preguntándome por el pasado, planteando preguntas e intentando conseguir respuestas. Mi curiosidad histórica creo que es congénita o connatural en mí; verdaderamente la siento como una pulsión interna. ¿Cómo no iba a estudiar HISTORIA? Fue lo mejor que pude hacer por mil razones que no voy a detallar por no enrollarme, pero es un placer que os recomiendo a todos y todas.

A lo largo de mi infancia, a parte de mis lecturas y juegos me fascinaban las historias que narraba mi abuela materna (Esperanza de Castro Barcia) de mis abuelos y bisabuelos ya difuntos, y de la terrorífica Guerra Civil con las trincheras de los dos bandos enfrentados cara a cara en las dos aceras de la calle del Congreso, compartiendo tabaco en los intermedios que hacían, los bombardeos, los paseíllos y fusilamientos en las tapias del cementerio de la Almudena, los muertos flotando en el Manzanares en el puente de Segovia, los refugios anti-bombardeo, el metro, el obús que cayó encima de la casa de mi abuela y les dejó viviendo en la calle, el hambre y las calamidades, las mondas de patata que las hacían fritas para comer y otros apaños como “el gato por liebre” que le dieron a comer a mi pobre abuela Esperanza y que se moría de asco cuando nos lo contaba… Sus idas y venidas a escondidas de mi abuelo Arturo para poner inyecciones, despiojar y cuidar a la gente pobre y miserable de la postguerra que vivía en las cuevas de Quintana en aquel Madrid ya tan lejano; y mil historias de cuando era pequeña y vivía en Galicia con sus hermanas y su padre, que quedó viudo al nacer ella porque mi bisabuela murió de parto; de la emigración a Argentina y Uruguay.

Recuerdo también las historias que me contaba sobre la compañía de teatro de mi bisabuelo Luis García Coronel (Luis Coronel) en el que trabajaba mi bisabuela Pepa Martínez Martín, hija de una alicantino de Crevillent, de cómo se conocieron en el Conservatorio de Madrid, las funciones que daban recorriendo España por Provincias; y como siendo pequeña mi madre y sus hermanos hacían teatro en el barrio dirigidos como no por la abuela Pepa ¡¡Viva la Pepa!! – ¡Gracias, hijo!- Respondía ella siempre que oía tal expresión popular.

Eran tantas historias las que conocí desde niño que no pude desaprovecharlas después a la hora de armar el puzle de la familia. Cuando terminé la carrera y tras un largo periodo de maduración, me planteé hacer la historia de mi familia. No podía ser de otra manera pues conocía muy bien las herramientas que iba a utilizar para ello y ya estaba familiarizado con las fuentes de investigación histórica. Entonces empecé a hacer memoria y a reorganizar todos mis recuerdos e informaciones orales que iba obteniendo “dando la coña” a los mayores –a la pobre de mi abuela Isabelita (Ita) la traía frita.-

Las dos grandes informantes de todo lo relativo a mis Carbonell decimonónicos, los Collar y los Diviñó fueron mi abuela, Isabel Collar Vázquez (abuela paterna) y mi tía abuela Magdalena Carbonell Diviñó. Años antes de enfermar y morir en el 2006 mi querida abuela me contó mil cosas que yo desconocía de mi familia paterna ¡Cuánto la echo de menos! Gracias a ellas pude empezar a tirar del hilo, y aún hoy seguimos deshaciendo la madeja ¡y lo que nos queda!

Después descubrí Internet, el dichoso Google y los grupos de Genealogía gracias a los cuales he podido llegar hasta donde jamás habría imaginado. La desinteresada ayuda que he recibido de mis compañeros y verdaderos amigos, algunos familiares lejanos, ha sido totalmente crucial para trazar mi genealogía, que en algunas ramas llega hasta el XV. No puedo terminar esta pequeña disertación sin agradeceros una vez más vuestra generosa ayuda y sincera amistad.

No os entretengo más.

Un fuerte abrazo para todos y todas.

Angel Carbonell